UNA HERRAMIENTA PARA EMPODERAR A LOS JÓVENES

UNA HERRAMIENTA PARA EMPODERAR A LOS JÓVENES

ESCUELAS SECUNDARIAS Y UNIVERSIDADES

La primera vez que presentamos nuestra película documental recién terminada a alumnos de secundaria en Santa Mónica (California), una chica de las mayores ya había levantado la mano cuando empezamos la ronda de preguntas: “Pero ¿cómo pudiste perdonar?”, dijo, “porque a mí me resulta imposible perdonar a los que han abusado sexualmente de mí”. Esa pregunta no nos la esperábamos. Esta proyección era una prueba y no teníamos ni idea de que nuestro documental llegaría tan adentro a los adolescentes. Desde entonces hemos tenido muchas oportunidades de testimoniar el impacto del filme en escuelas y universidades, desde Mexicali (la ciudad mexicana en la frontera con EE UU) hasta México DF, Barcelona, las universidades de Oxford y Yale y los institutos de España.

Sands of Silence a tool to empower students

Durante la sesión de preguntas y respuestas con un grupo de cien estudiantes de 14 a 18 años en España, varios tuvieron el valor de subir al escenario y contar sus experiencias personales de abuso, a pesar de que otros se reían de ellos.

“Un tío mío abusó de un miembro de mi familia”, declaró una estudiante senior, “¡y está a punto de salir de la cárcel, como el que abusó de Lala en la película! No sabemos qué hacer…”

Una chica de 16 años dijo, “Quiero que sepáis todos que acabo de emanciparme de mi familia, que abusaba de mí, y ahora vivo por mi cuenta”.

“Mi exnovio me acosa”, confesó una quinceañera, “y no sé qué hacer”.

Afortunadamente, habíamos invitado a la proyección a orientadores y profesores que desconocían por completo la situación de esos alumnos y pudieron seguir de cerca y profundizar en el tema.

En el cuestionario que los 100 estudiantes rellenaron después de ver la película ese día había al menos 10 que admitieron haber sido víctimas de abuso, y muchos otros que conocían muy bien a otras víctimas. Dos estudiantes de ese centro decidieron crear un Club para luchar contra el abuso sexual.

Una estudiante universitaria de primer año en España insistió en hablar conmigo después de la proyección. Unos meses antes había ido a un fisioterapeuta porque le dolía el hombro. Él le convenció, mostrándole información en Google, de que necesitaba tocarle un punto en la vagina para curarle, y terminó metiéndole un vibrador. “Cuando me dijo que me pusiera de rodillas, como un perro, me di cuenta de lo que pasaba y huí. Al principio mi madre no me creyó, pero cuando por fin lo hizo y fue a plantarle cara, él lo negó todo. ¡Chelo, te ruego que me ayudes! Ahora tengo pesadillas y ni siquiera le dejo a mi padre que se me acerque. Quiero denunciar al fisioterapeuta pero no sé cómo”.

Le pusimos en contacto con Themis [www. mujeresjuristasthemis.org], una asociación de mujeres juristas que presta servicios legales pro bono a víctimas.

 

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